Entrevista a Michael Kimmel
(Realizada por Heide Oestreich para el Taz No. 6.9.2002, p. 6)
Michael S. Kimmel pregunta a sus congéneres:
¿Quieren ser obligados a la fuerza a caminar hacia adelante, o prefieren reflexionar
sobre las ventajas que podría tener el cambio?
Heide Oestreich: Sr. Kimmel, normalmente son las mujeres quienes quieren gender
mainstreaming, para hacer más visibles a las mujeres. En cambio, Ud. dice que los
hombres son el género invisible. ¿Una broma?
MK: Para nada, por supuesto que los hombres son visibles en todas partes. Pero su
condición de género no lo es. Para la mayoría de los hombres es como para los blancos y los heterosexuales: ellos se sienten simplemente así, normales. ¿Cuando Ud. se mira en el espejo, qué ve?
HO: Una mujer.
MK: Si, pero Ud. no ve una mujer blanca. El privilegio de ser blanca es invisible para Ud. Es igual para los hombres. Yo simplemente tengo privilegios, porque soy hombre.
HO: ¿Pero porqué los privilegiados deberían estar interesados en razonar sobre sus
privilegios? Simplemente los gozan.
MK: O no los gozan. Tenemos un modelo de masculinidad que es más bien incómodo.
No tenemos buenas relaciones con nuestros hijos, con nuestras mujeres. Podríamos
beneficiarnos con la equidad de género.
HO: Tal vez así piensa Ud., pero la mayoría de los otros hombres piensan que tendrían
mucho que perder.
MK: Pero aquí esta la novedad: tanto si quieren escuchar o como si no, el orden
cambiará, la ley cambia. La democracia exige que también las mujeres estén
representadas. Que el acoso sexual es ilegal, que la violación o la violencia en el
matrimonio son un crimen y no un privilegio. Yo digo: Okay, gente, el mundo cambia.
¿Ustedes quieren ser empujados y vapuleados hacia el futuro, o quieren reflexionar en
qué se pueden beneficiar?
HO: ¿Como es que Ud. tiene una opinión tan favorable de las leyes? En los EEUU la
sociedad se ha opuesto a la acción afirmativa, la preferencia de mujeres y negros en el mundo laboral, de tal manera, que algunos estados la han anulado nuevamente.
MK: Las actitudes sociales con frecuencia son atrasadas en relación al desarrollo legal.
Hay retrocesos, hay subversión, por supuesto. Yo confío en leyes porque son el inicio. La ley puede proteger a una mujer que antes no estaba protegida, quizás no más, pero tampoco menos.
HO: ¿Entonces Ud. intenta convencer a los hombres de la conveniencia de anular sus
privilegios?
MK: No solamente. También hay áreas, como la paternidad, en las que podrían
beneficiarse. La manera como los hombres son hombres les impide ser buenos padres.
Eso es triste.
HO: ¿No existen otros poderes que estabilizan este orden de género? Parece muy
funcional para nuestro sistema económico exprimir al máximo a una mitad de la
población, mientras que la otra mitad la reproduce gratuitamente.
MK: Eso es justamente lo interesante. Pensábamos que este mundo dividido era perfecto
para el capitalismo: uno recibe dos trabajadores por el precio de uno. Solamente había un problema: no funcionó. ¿Porqué? Porque las mujeres no querían quedarse en casa. El mayor cambio del siglo XX fue que las mujeres ingresaron al mundo laboral más allá de las fábricas. Ahora el capitalismo tiene que tomar en cuenta esta situación. Sin embargo, aún falta que los hombres descubran el trabajo doméstico.
HO: ¿No será que la situación actual es aún más funcional que la anterior? ¿Tres
trabajadores por el precio de uno y medio, tomando en cuenta que a las mujeres se les
paga menos?
MK: Igualmente podrían decir que habría que enviar a los hombres a casa, para
aprovechar mejor la fuerza de trabajo de las mujeres y no solo dos terceras partes. Eso cambiará. Nosotros en EEUU deberíamos llegar a tener horas de trabajo como Uds. en Europa. Pero 50 horas de trabajo semanales y una semana de descanso al año es la
realidad americana actualmente.
HO: ¿Significa eso que también hay una imagen de masculinidad en los EEUU diferente
a la de Europa?
MK: Sí, el americano funciona hoy según el modelo del hombre hecho a si mismo: tu
puedes llegar a ser cualquier cosa, sólo depende de ti. Tu origen u otra característica no tienen nada que ver. Pero hoy la consecuencia de eso no es una mirada optimista para ver como subir, sino el miedo permanente de caer al abismo. Por eso, los hombres norteamericanos se esfuerzan tan exageradamente en probar su masculinidad. El resultado es más acoso sexual, más violaciones, más francotiradores poseídos de locura homicida. Más allá de eso, los hombres tienen los mismos problemas en todas partes en el capitalismo: lo que Max Weber llama “la moldura durísima de la obediencia a los mandatos”. El capitalismo fuerza a los hombres a una competencia cada vez mayor.
HO: ¿No es probable entonces que también las mujeres terminen así: en la misma
moldura?
MK: Yo creo en el concepto de la reforma no reformista, como lo llamó el sociólogo del trabajo André Gorz: cuando uno implementa ciertas reformas, se pueden iniciar
revoluciones. Cuando mujeres y hombres reorganizan el trabajo doméstico, el sistema se tendrá que adaptar.
HO: ¿Quién o qué mantiene entonces a los hombres en este modelo?
MK: Los hombres dicen que tienen que probarse ante las mujeres. Eso no es cierto. Son
los padres, los colegas de trabajo, los amigos, son este grupo homosocial la principal referencia.
HO: ¿Y las mujeres son inocentes?
MK: Por supuesto que están igualmente enredadas. La novedad no es que los hombres
están confundidos y que las mujeres no lo están. La novedad es que ambos están
confundidos. Pero las mujeres son lo suficientemente inteligentes como para preguntarse si no sería mejor que ambos cambiaran algo en conjunto. Los hombres todavía piensan que ellos tienen que resolver todo solos...
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