DECLARACIÓN DE RIO DE JANEIRO
Simposio Global Involucrando a Hombres y Niños en la Equidad de Género
Rio de Janeiro, 29 de Marzo – 3 de Abril, 2009
Nota: Declaración al término el Simposio. Se reciben comentarios y sugerencias hasta mayo 2009 en: menengage@menengage.org
PRIMERA PARTE: PREAMBULO
Venimos de ochenta países. Somos hombres y mujeres, jóvenes y adultos, trabajando codo a codo con respeto y metas compartidas. Pertenecemos a organizaciones comunitarias, religiosas e instituciones educacionales; somos representantes de gobiernos, ONGs y de Naciones Unidas. Hablamos muchos idiomas, nos vemos como las personas diversas de todo el mundo y tenemos variadas creencias y religiones, culturas, habilidades físicas, e identidades de género y sexuales. Somos personas indígenas, inmigrantes, y los ancestros de algunos cruzaron el planeta. Somos padres y madres, hijas e hijos, hermanos y hermanas, parejas y amantes, maridos y esposas.
Nos une nuestra fuerte indignación ante las desigualdades que todavía afectan las vidas de mujeres y niñas, y las demandas autodestructivas que imponemos en hombres y niños. Más todavía, nos reúne aquí nuestra poderosa sensación de esperanza, expectativas y posibilidades ya que hemos visto la capacidad de hombres y niños para cambiar, cuidar, querer, amar apasionadamente, y trabajar por la justicia para todas y todos.
Nos indigna la pandemia de violencia cometida por hombres contra mujeres y niñas, el tratamiento de las mujeres como ciudadanas de segunda clase y la continua dominación de los hombres en nuestras economías, nuestras políticas, nuestras instituciones sociales y culturales, y en muchos de nuestros hogares. También sabemos que entre las mujeres hay quienes sufren aun más en razón de su clase social, su religión, su idioma, sus diferencias físicas, sus ancestros, su orientación sexual, o simplemente por donde ellas viven.
Existen graves costos para niños y hombres por las formas en que nuestras sociedades han definido el poder masculino y socializan a los niños para convertirse en hombres. Los niños niegan su humanidad en la búsqueda de una coraza hecha de masculinidad. Hombres jóvenes y niños son sacrificados como carne de cañón en guerras decididas por hombres con poder político, económico y religioso, quienes demandan conquistar y dominar a cualquier costo. Muchos hombres se causan graves daños a sí mismos porque niegan sus propias necesidades de cuidado físico y mental o les faltan servicios cuando los necesitan.
Muchos hombres sufren debido a que en nuestro mundo el poder masculino no solo se refiere al poder de los hombres sobre mujeres sino que también al dominio de algunos grupos de hombres sobre otros hombres. Demasiados hombres, así como demasiadas mujeres, viven en una pobreza extrema, son degradados, o son forzados a realizar trabajos que destruyen el cuerpo –o el alma- para llevar alimento a sus hogares.
Muchos hombres llevan cicatrices profundas por intentar estar a la altura de las demandas imposibles de la hombría y encuentran un consuelo terrible corriendo riesgos, en la violencia, la autodestrucción, el alcohol o las drogas vendidas para el lucro de algunos. Demasiados hombres sufren violencia en las manos de otros hombres.
Muchos hombres son estigmatizados y castigados por el simple hecho de que aman, desean y tienen sexo con otros hombres.
Estamos aquí porque sabemos que el tiempo en que las mujeres estaban solas al hablar contra la discriminación y la violencia está llegando a su fin.
También sabemos que la creencia en la importancia de involucrar a hombres y niños no es más una esperanza lejana. Vemos la emergencia de organizaciones y campañas que involucran directamente a cientos de miles de hombres en casi todos los países del planeta. Escuchamos a hombres y niños levantando sus voces contra de la violencia, practicando sexo más seguro y apoyando los derechos reproductivos de mujeres y niñas. Vemos hombres cuidando, amando y nutriendo a otros hombres y mujeres. Vemos hombres que abrazan los desafíos diarios de cuidar niños y bebes, y que disfrutan su capacidad de nutrir y cuidar. Vemos a muchos hombres cuidando el planeta y rechazando la conquista de la naturaleza a semejanza del modo en que una vez los hombres intentaban conquistar a las mujeres.
Nos reunimos no solo para celebrar nuestros primeros logros, sino también para hacer un llamado con toda nuestra fuerza a padres, profesoras/es y formadores, a los medios de comunicación y a las empresas, a nuestros gobiernos, a las ONGs, a las instituciones religiosas, a las Naciones Unidas, para movilizar la voluntad política y los recursos económicos necesarios para incrementar la escala e impacto del trabajo con hombres y niños para promover la equidad de género. Sabemos lo importante que es que la instituciones que han sido tradicionalmente controladas por los hombres reformen sus políticas y prioridades para apoyar la equidad de género y el bienestar de mujeres, niñas/os, y hombres. Sabemos que una parte importante de esto supone modificar el mundo de hombres y niños, las creencias de hombres y niños, y las vidas de hombres y niños.
SEGUNDA PARTE: EL PLAN DE ACCIÓN
La Evidencia existe: Nuevas iniciativas y programas para involucrar a hombres y niños en equidad de género proveen un creciente cuerpo de evidencia que confirma que si es posible cambiar en los hombres sus prácticas y actitudes de género. Programas y procesos efectivos han llevado a hombres y niños a comprometerse contra la violencia y con la equidad de género en sus vidas personales y en sus comunidades. Estas iniciativas no solo ayudan a deconstruir masculinidades dañinas, sino también a reconstruir masculinidades más equitativas. La investigación global demuestra que trabajar con hombres y niños puede reducir la violencia, mejorar las relaciones, fortalecer el trabajo del movimiento de mujeres y feminista, mejorar la salud de mujeres y hombres, niñas y niños, y que es posible acelerar este cambio a través de intervenciones bien diseñadas.
Trabajando con Movimientos de Mujeres y Feministas: El trabajo con hombres y niños proviene y honra el trabajo pionero y el liderazgo continuo de los movimientos de mujeres y feministas. Somos solidarios con las continuas luchas por los derechos y empoderamiento de las mujeres y tenemos un fuerte compromiso con los diversos esfuerzos para la equidad de género. Trabajando en estrecha sinergia con las organizaciones de derechos de las mujeres buscamos cambiar las actitudes y prácticas de hombres individuales, y transformar el desequilibrio de poder entre hombres y mujeres en las relaciones, familias, comunidades, instituciones y naciones.
Compromisos Internacionales de Naciones Unidades: A través de la ONU y los tratados internacionales, las naciones del mundo se comprometieron a tomar acciones para involucrar a hombres y niños en el logro de la equidad de género. Las personas que hacen las políticas tienen la obligación de llevar a cabo estos compromisos para desarrollar, implementar y evaluar políticas y programas enfocados al trabajo con hombres. Estos compromisos confieren a las/os activistas de la sociedad civil los argumentos necesarios para exigir su rápida implementación.
Estos compromisos internacionales incluyen:
• La Conferencia Internacional sobre Población y Desarrollo de 1994
• El Programa de Acción de la Cumbre Mundial en Desarrollo Social (1995)
• La Plataforma de Acción de Beijing (1995)
• La Vigésimo Sexta Sesión Especial de la Asamblea General en VIH/SIDA (2001)
• La Comisión del Status de las Mujeres de las Naciones Unidas, en su sesión nº 48 en el año 2004
Para lograr cambios sociales transformativos y sustentables en torno a las inequidades de género, debemos ir mas allá de intervenciones aisladas, de corto plazo y pequeña escala y llevar todos los esfuerzos hacia acciones sistémicas, coordinadas y de gran escala. Llegó la hora de cumplir estos compromisos.
TERCERA PARTE: UNA PLATAFORMA PARA LA ACCIÓN
Violencia Hacia las Mujeres: Por demasiado tiempo, todas las formas de violencia incluyendo humillación y violencia emocional contra mujeres y niñas han sido vistas primariamente como un “problema de las mujeres” y han sido invisibilizadas, consideradas como una materia privada y una preocupación exclusiva de los movimientos de mujeres y feministas. Las estructuras patriarcales mantienen esta impunidad y apoyan el silencio masculino en esta materia. La toma de responsabilidad e involucramiento de los hombres y niños en esta transformación social es esencial para lograr vidas libres de violencia para mujeres y niñas.
Violencia Hacia Niños y Niñas: niñas y niños sufren abusos y violencia, incluyendo castigos corporales, humillantes y degradantes, en casa, la escuela e instituciones que deberían protegerlos. Las normas de género están implicadas en estas violencias al sustentar y justificar diferentes formas de violencia hacia niños y niñas. Lo expuesto llama a un enfoque de ciclo vital, involucrando a los niños para entender las consecuencias de las conducta violentas y tomar acciones positivas para prevenir la violencia.
Violencia entre Hombres: es preciso analizar las diferentes formas de violencia entre hombres y niños que incluyen conflictos armados, violencia de pandillas, matonaje escolar (bullying) y crímenes homofóbicos. La inequidad está también en el centro de estas manifestaciones de violencia, toma de riesgos y la búsqueda del dominio sobre otros hombres. Las experiencias de los hombres con situaciones de violencia tienen efectos devastadores en todos nosotros y crean ciclos de violencia.
Violencia en Conflictos Armados: En las guerras, conflictos entre comunidades, étnicos y otras formas de conflicto armado hombres jóvenes son tratados como desechables y enviados a la muerte en gran número. Ejércitos y otros grupos armados que violan las leyes internacionales sobre el trato a civiles durante un conflicto explícitamente consienten e incluso alientan el uso de la violencia sexual como un método de guerra, propiciando modelos privilegiados de masculinidad y asegurando que aquellos hombres quienes se rehúsen a la violencia sean denigrados y estigmatizados, incluyendo violencia homofóbica. Niñas y niños son arrastrados de manera creciente a conflictos armados, tanto como víctimas como agresores. Llamamos a los gobiernos nacionales a respetar las Resoluciones del Consejo de Seguridad incluyendo las Resoluciones 1308, 1325, 1612 y 1820 y a contribuir proactivamente a la eliminación de todas las formas de violencia de género, incluso en tiempos de conflicto armado.
Hombres, Trabajo y Política Económica Global: Los roles masculinos están fuertemente influidos por la política económica global. Valores como la competencia, el consumo, la acumulación agresiva y la afirmación de poder –militar, económico, financiero, social o cultural- refuerzan las prácticas de dominación y el uso de violencia interpersonal y comunitaria en todas las etapas de la vida. Los modelos económicos dominantes han llevado a un aumento de la vulnerabilidad económica, migración forzada e incapacidad e subsistencia de la población. Es necesario desafiar las políticas económicas y sociales, y a las instituciones que mantienen las inequidades.
Paternidad: Una paternidad responsable, comprometida e involucrada es un componente esencial de cualquier intento de transformar las familias y sociedades hacia nuevas normas que reflejen mejor la equidad de género, los derechos de niños y niñas y las responsabilidades y goces compartidos de la crianza. Es en los hogares que las inequidades de género son más fuertes y a veces donde están más escondidas. Una paternidad positiva entonces juega una parte importante en el desafío de la transmisión intergeneracional de estereotipos y relaciones de poder dañinos. Se requiere mayor compromiso para reforzar la paternidad y apoyar a los hombres para aprovechar al máximo su potencial para educar y cuidar a sus hijos e hijas y, sanarse de los roles de género dañinos, negativos y restrictivos.
Hombres como Cuidadores: Las sociedades esperan que las mujeres y niñas asuman la responsabilidad por el trabajo de cuidado que sostiene familias, comunidades, economías y sociedades, incluyendo criar niños/as y cuidar enfermos y ancianos. Esto frecuentemente impide que mujeres y niñas accedan a derechos humanos fundamentales como a la salud, educación, empleo y participación política plena. Los gobiernos, las organizaciones de la sociedad civil, las agencias de la ONU, el sector privado y las organizaciones financiadoras, deben poner en práctica estrategias que modifiquen las normas de género, incentivando a los hombres a compartir con las mujeres el goce y el peso de cuidar de otros.
Diversidad Sexual y de Género y Derechos Sexuales: Existe una gran diversidad en hombres y niños en sus orientaciones sexuales, identidades y relaciones de género. En todo el mundo patrones formales e informales de injusticia sexual, homofobia, exclusión social y opresión restringen el acceso a los derechos humanos, servicios de salud, seguridad personal así como al reconocimiento y afirmación de sus relaciones íntimas de hombres y niños, mujeres y niñas. Las construcciones de masculinidad en muchos contextos están basadas en una hostilidad despiadada hacia comportamientos sexuales de género que contradicen las normas patriarcales dominantes, siendo disciplinadas a través de violencia heterosexista. Los programas y políticas que involucren a hombres y niños deben reconocer y afirmar la diversidad sexual en hombres y mujeres, niños y niñas, y apoyar el derecho al bienestar y placer sexual de todas las sexualidades.
Vulnerabilidades de Género de Hombres y Niños: Hombres y niños mueren precozmente de enfermedades prevenibles, accidentes y violencia. La mayoría de los hombres tienen una tasa de muerte más alta por las mismas enfermedades que afectan a las mujeres. Necesitamos promover la salud entre niños y hombres jóvenes y posibilitar que adquieran comportamientos saludables para sí mismos así como para sus familias. Las experiencias personales, emocionales y subjetivas de hombres y niños tienen que ser tomadas en cuenta para comprender mejor la raíz de problemas tales como la violencia, el suicidio, el abuso de drogas, los accidentes y la poca iniciativa para la promoción y prevención en salud. Aunque no se menciona a menudo, las dimensiones de la salud mental están siempre presentes en asuntos relacionados con la salud sexual y reproductiva, la paternidad y la violencia basada en género. Son necesarios programas y servicios de salud mental que respondan al género y sean sensibles socioculturalmente para prevenir y tratar estos problemas a nivel comunitario.
Explotación Sexual: La violencia sexual cometida por algunos hombres es resultado de normas sociales que toleran la explotación de mujeres y niñas, niños y hombres. El trato como objetos y mercantilización de mujeres y niñas, niños y hombres, naturaliza comportamientos sexuales violentos y coercitivos. Terminar con la violencia sexual y la explotación requiere estrategias holísticas que van desde el nivel global hasta el local e involucran a hombres y niños en el desafío de las actitudes que le confieren a los hombres una posición de dominancia, tratando a todos los seres humanos con dignidad y respeto.
Derechos y Salud Sexual y Reproductiva: Los derechos y la salud sexual y reproductiva (DSSR) son largamente reconocidos como un dominio exclusivo de las mujeres, dejando a mujeres y niñas como responsables por su propia salud sexual, y la de sus familias y comunidades. En un contexto de salud sexual, los hombres a menudo no tienen acceso o no usan los servicios aunque sus comportamientos los pongan en serio riesgo a ellos y sus parejas. Es esencial que trabajemos con hombres y niños para apoyarlos y promover los DSSR de mujeres, niñas, niños y otros hombres, y que los servicios de salud consideren los temas de poder y promuevan activamente la equidad de género. Estos servicios deberían ayudar a los hombres a identificar y atender sus derechos y necesidades reproductivas y sexuales. Esto nos obliga a avanzar en el debate sobre los derechos sexuales adoptando un enfoque positivo para que la sexualidad de todas/os esté basada en los derechos humanos.
VIH y SIDA: El VIH y el SIDA continúa devastando comunidades alrededor del mundo. Las inequidades y las normas rígidas de género exacerban la propagación y el impacto de la epidemia, haciendo difícil a mujeres y niñas la negociación de sus relaciones sexuales y dejándoles la carga de cuidar de aquellas/os con enfermedades relacionadas al SIDA. Las definiciones de masculinidad que igualan hombría con dominación sobre las parejas sexuales, la búsqueda de varias parejas, la disposición a tomar riesgos sumado a la idea de que acudir a los servicios de salud es una señal de debilidad, incrementan la probabilidad de que los hombres contraigan y propaguen el virus. Los gobiernos, agencias de la ONU y la sociedad civil, deben urgentemente implementar estrategias basadas en la evidencia para prevenir, tratar, cuidar y apoyar, que atiendan a las dimensiones de género del VIH y el SIDA, que tomen en cuenta las necesidades de las personas que viven con VIH y SIDA, aseguren acceso a tratamiento, desafíen los estigmas y la discriminación y apoyen a los hombres en la reducción de conductas de riesgo y mejoren su acceso y uso a los servicios relacionados al VIH.
Juventud: Hombres y mujeres jóvenes tienen derecho a un temprano y activo involucramiento en iniciativas que promuevan la equidad de género. Las sociedades deben crear un ambiente donde niñas y niños sean apoyados para construir relaciones igualitarias, sean vistos como iguales en derechos, tengan acceso a trabajos decentes y un fácil acceso a educación de calidad, y tengan vidas libres de violencia, incluyendo matrimonios forzados
Medio Ambiente: Un resultado de las masculinidades hegemónicas ha sido la tentativa de dominar la naturaleza. Con cambios climáticos catastróficos, la destrucción de los océanos, bosques y tierras, esta búsqueda ha tenido resultados desastrosos. Toda la sociedad debe actuar de modo urgente para revertir los daños y facilitar el proceso de sanación de nuestro planeta.
Celebrando la Diversidad: Enfatizamos que el debate, la acción y las políticas dirigidas a las relaciones y equidad de género, serán más eficaces y tendrán mayor impacto cuando incluyan una comprensión y celebración de nuestras diferencias basadas en raza/etnia, edad, diversidad sexual y de género, religión, habilidades físicas y clase.
Recursos: Los recursos asignados a los derechos de las mujeres deben ser incrementados. No queremos que se desvíen recursos de estas iniciativas, mas bien apuntamos a la necesidad de incrementar los recursos globales para lograr la equidad de género, incluyendo a hombres y niños.
Fortaleciendo la Evidencia: Es vital continuar construyendo evidencia para programas transformadores de género a través de investigaciones y evaluaciones de impacto, para determinar cuáles estrategias son más exitosas en cada contexto cultural.
CUARTA PARTE: EL LLAMADO A LA ACCIÓN
1. Todas las personas deben actuar en sus familias y comunidades y ser agentes de cambio promoviendo la equidad de género.
2. Las organizaciones de base comunitaria deben continuar su trabajo innovador para desafiar las normas tradicionales de género y otras inequidades, sirviendo como modelos sociales para el cambio.
3. Las organizaciones no gubernamentales deben desarrollar y construir programas, intervenciones y servicios basados en las necesidades, derechos y aspiraciones de sus comunidades, que sean responsables y reflejen los principios de este documento. Deben desarrollar sinergias con otros movimientos sociales relevantes, y establecer mecanismos para monitorear y los compromisos adquiridos por los gobiernos.
4. Los gobiernos deben derogar todas sus leyes discriminatorias y actuar conforme sus obligaciones y compromisos internacionales y con la ONU, priorizar y asignar recursos para intervenciones transformadoras de género, y desarrollar políticas, marcos de trabajo y planes de implementación concretos para avanzar en esta agenda, incluyendo el trabajo con otros gobiernos y la adhesión a los principios de París.
5. El sector privado debe promover ambientes de trabajo equitativos de género y libres de violencia y explotación, y dirigir su responsabilidad social empresarial hacia el cambio social inclusivo.
6. Los medios de comunicación y las industrias del entretenimiento deben actuar para poner fin al mantenimiento y reforzamiento de normas de género tradicionales e inequitativas, promoviendo en cambio modelos de masculinidad saludables y la equidad de género.
7. Las instituciones financiadoras deben redirigir sus recursos hacia la promoción de programas inclusivos para la equidad de género y la justicia social, incluyendo cambios en leyes y políticas y el desarrollo de sinergias entre financiadoras.
8. Las organizaciones de Naciones Unidas deben mostrar liderazgo en estas áreas, apoyando a los estados miembros de forma innovadora y proactiva para promover la equidad de género, leyes transformadoras, políticas y prácticas, incluyendo la coordinación entre sus agencias como está articulado en el abordaje de la ONU.
Debemos invertir en el involucramiento de hombres y niños en el cambio de sus comportamientos hacia la equidad de género, con el apoyo de las comunidades, los sistemas y políticas nacionales.
Fuentes: Francisco Aguayo, Hugo Huberman,Jorge León
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