Por: Las 12 / Fuente: Página 12
Vamos aclarando el panorama
La polémica entre Fito Páez y Ricardo Arjona que ocupó horas de reflexiones mediáticas la semana pasada, puso en escena una cuestión que no por marketinera es menos filosófica. ¿Qué es lo que hace que un artista merezca el fervor de las masas? ¿El concepto de calidad es totalmente independiente de los gustos del público? Si admitimos que este último a veces se equivoca, ¿podemos precisar en qué?
En este contexto, Las 12, más que avivar el fuego o aclarar algo, propone agregar una incógnita más: ¿Cómo es posible que alguien que le canta a la mujer sin sortear ni uno de los prejuicios más remanidos, los clichés más machistas y retrógrados, cuente con la admiración de un público mayoritariamente femenino? Los atentados al género cobran rima en casi todas sus canciones. Parece que Arjona se ocupara de señalar los presupuestos más denigrantes para luego lamer las heridas de lo que él mismo acaba de poner en verso. ¿Cómo lo hace? En una canción se vanagloria de haberse enamorado de la fea, la inteligente, a la que ni le hacen lugar en el colectivo (?), en otra confiesa de que a pesar de que tuvo sexo mil veces, recién “hace el amor” cuando consigue llevarse una virgen a la cama mientras que en otra arenga a no abortar porque el mundo se pueda quedar sin un trovador como él.
Arjona arrasa presentándose como el candidato ideal para agregarle vida a los años de la señora de las cuatro décadas, y como todo currículum ofrece, que es “un diez años menor”. Conquistar la admiración de las mujeres rimando sobre las manchas de su menstruación, su condición de vientre gestante, insistiendo con aquello de que salieron de una costilla, haciendo un panegírico de su histeria pidiendo que le digan que no y que lo acompañen a estar solo, parece una tarea descabellada o anacrónica. Sin embargo 30 estadios dicen que no lo es.
Para tratar de aclarar el panorama, elegimos nuestras canciones favoritas y tratamos de explicar por qué.
Género con Clase
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