viernes, 7 de octubre de 2011

Barcelona CIME 2011 Ya se ha iniciado el Congreso

Con regocijo les anunciamos que ya se ha iniciado el CIME 2011 en Barcelona. Pueden seguir su desarrollo desde su portal, haciendo click en el logo a la izquierda o a través del enlace siguiente: <http://www.cime2011.org/index.html>.

En Facebook pueden seguirle por: <https://www.facebook.com/pages/CIME-2011/258183364213645>

También les recomendamos Homes Igualitaris: <https://www.facebook.com/pages/Homes-Igualitaris/176105089115155>

miércoles, 5 de octubre de 2011

Transmisión en vivo desde San Salvador

En un par de horas en San Salvador se estará iniciando la actividad descrita en el cartel. En el Programa se incluye un punto de Homenaje a "Aliad@s para la equidad de género" en el cual se incluyen a nuestros amigos John Bayron Ochoa Holguín, de Progressio, Joel Códova Cardoza, de Contrasida, Oscar Vázquez Martínez, de la UCA y otras personas más.

El evento será transmitido en vivo y en tiempo real y puede accesarse por el siguiente enlace: <http://es.justin.tv/foromasculinidades>
Les esperamos

sábado, 1 de octubre de 2011

Ya faltan solo 6 días CIME 2011 Barcelona 7 y 8 de Octubre, 2011

El próximo Viernes 7, en Barcelona, se darán cita hombres y mujeres del Estado español, América Latina y otras partes del mundo, convocados por el Congreso Iberoamericano de Masculinidades y Equidad: Investigación y Activismo, CIME 2011, la cita más importante después del Simposio Global "Involucrando hombres y niños en la equidad de género" realizado en Río de Janeiro, del 30 de Marzo al 3 de Abril de 2009.

Les invitamos a visitar el sitio del CIME 2011 http://www.cime2011.org/index.html

jueves, 15 de septiembre de 2011

El Salvador Flashmob Nuevas formas de movilización contra la violencia hacia las mujeres


En  El Salvador a la  fecha ya han muerto más mujeres que los días que han transcurrido en este 2011. En la inmensa mayoría de los casos los victimarios han sido hombres. Y no hablamos de muertes "naturales" víctimas de la violencia estructural, sino de las mujeres asesinadas, víctimas de la violencia basada en género. Víctimas del femicidio.

Para que esto no se convierta en un debate sobre estadísticas, es urgente y necesario que los hombres nos vayamos involucrando en acciones contra la violencia basada en género. Que empecemos a ser parte de la solución y no solamente parte del problema.

Este Foro, acorde con su lema: "Sumando y multiplicando esfuerzos por la equidad de género" se suma a otros hombres y grupos que están organizando acciones contra la violencia hacia las mujeres. No somos los primeros en convocar y no queremos serlo, no queremos ser los primeros en nada, porque asumimos la competencia como uno de los ejes fundamentales en que se contruyen las masculinidades hegemónicas.

No pretendemos "sacar pecho" con esta iniciativa, sino solamente asumir con responsabilidad lo que es una obligación de todos.

Así, el próximo Lunes 19 de Septiembre a de las 16:00 a las 16:15 horas hombres convocados por esta idea estaremos en San Salvador, en la esquina de las 5 letras de "METRO" para juntarnos con y sumarnos a aquellos que quieran manifestarse contra la violencia hacia las mujeres.
Así lo haremos a partir de esa fecha, todos los Lunes de Septiembre, Octubre y algunos de Noviembre, hasta cuando el 26 de Noviembre iniciemos las "Jornadas de hombres contra la violencia hacia las mujeres" que se prolongará hasta el 10 de Diciembre.

No llevaremos banderas y emblemas del Foro, porque lo que vale no es elevar el perfil del Foro, sino poner en los espacios públicos, lo que sigue manejándose como asunto privado: la violencia de los hombres contra las mujeres.

A continuación transcribimos un artículo que puede dar una idea de interesantes posibilidades de movilizacion social.

Tomado de Wukipedia
Flashmob

Un flashmob, traducido literalmente de inglés como «multitud instantánea» (flash: destello, ráfaga; mob: multitud), es una acción organizada en la que un gran grupo de personas se reúne de repente en un lugar público, realiza algo inusual y luego se dispersa rápidamente. Suelen convocarse a través de los medios telemáticos (móviles e Internet) y en la mayor parte de los casos, no tienen ningún fin más que el entretenimiento, pero pueden convocarse también con fines políticos o reivindicativos.

Una de las particularidades de estas «tribus temporales» es que no requieren contar con el apoyo de los mass media para comunicarse, coordinarse y actuar de manera conjunta, ya que su comunicación funciona a través de redes sociales virtuales. Se trata de individuos que, apoyados por las tecnologías de comunicación, difunden mensajes a sus redes sociales de amigos y conocidos, los cuales hacen lo mismo hasta construir una gran cadena de comunicación que es capaz de movilizar a miles de personas.

Organización

Basta con que alguien convoque a una manifestación a través de un mensaje, canalizado por algún soporte digital, para que comience el efecto «bola de nieve». Algunos de los canales utilizados son:
  • Dispositivos con conexión a Internet, web, foros, comunidades virtuales, e-mail, blog, chat.
  • Cadena de mensajes de texto.
  • Transferencia de boca a oreja.

En estos mensajes se informa el día, lugar y hora exacta del encuentro. Ya que los flashmob pueden durar apenas unos minutos, se requiere que todos los participantes sincronicen sus relojes bajo una hora oficial. Otra particularidad de este fenómeno es que a los convocados no siempre se les informa sobre el tipo de movilización que se realizará, ya que eso se comunica en el mismo lugar de encuentro (o en un bar cercano a donde se hará la manifestación).

Orígenes

El fenómeno de los flashmobs comenzó con la publicación en octubre de 2002 del libro del sociólogo Howard Rheingold, “Smart Mobs: The Next Social Revolution”. En este libro el autor predecía que la gente usará las nuevas tecnologías de comunicación (Internet, teléfonos móviles) para autoorganización. En junio de 2003 Rob Zazueta de San Francisco, después de haber leído las obras de Rheingold, creó la página web flocksmart.com en la que por primera vez los mobbers empezaron a planear sus reuniones.

El primer flashmob se organizó en Manhattan el 3 de junio de 2003 por Bill Wasik, editor junior de Harper’s Magazine. El origen de este flashmob fue desconocido hasta que Wasik publicó un artículo sobre su creación en marzo de 2006 en una edición de Harper’s Magazine. Este primer intento fue un fracaso, ya que alguien le contó a las personas de la tienda sobre lo que iba a pasar.

El primer flashmob que tuvo éxito se realizó el 17 de junio de 2003 en Nueva York, EE.UU., en el departamento de ventas de Macy’s. Para prevenir los problemas del primer intento, Wasik se reunió con los participantes en unos puntos de encuentro preliminares –cuatro bares de alrededores de Manhattan– donde fueron repartidas las instrucciones con la información sobre lo que iban a hacer y el lugar donde se realizará el evento justo antes del comienzo de éste.

Así, más de 100 personas subieron a la novena planta de Macy’s, donde se encontraba su departamento de alfombras y se reunieron alrededor de una alfombra carísima. Cualquiera, a quien se acercara el dependiente de la tienda, le contestaba que ellos vivían juntos en un almacén de afueras de Nueva York, y que todos ellos han venido a comprar “La Alfombra de Amor”, ya que todas sus decisiones las tomaban en grupo.


Objetivos y derivaciones

Los flashmobs empezaron como espectáculos sin sentido, y se considera que la única razón posible para organizar estos encuentros es la diversión. Los matices sociales y políticos convierten los flashmobs en smartmobs. Sin embargo, hoy en día a todos los eventos socio-políticos de estas características se les suele denominar flashmobs. Es la manera más fácil, operativa y menos peligrosa de mostrar la opinión pública o llamar la atención hacía algún problema existente.

Las absurdmobs tienen un matiz diferencial y es que se centran en generar actos colectivos de invasión en el orden social a través de llevar a cabo un gesto absurdo multitudinario. La primera absurdmob se realizó el 9 de noviembre de 2006 en Barcelona (España), consistió en unas 25 personas que empezó a chutar latas de coca cola en la plaza del Borne, y posteriormente se dispersaron. La otra característica de las absurdmobs es que las imágenes de documentación que los absurdmovers registran en sus acciones son reutilizadas si se desea de modo absurdo, como por ejemplo, utilizar las imágenes de la chutada de latas para enviarles un mail a coca cola y decirles que esa actividad fue una manifestación con el siguiente lema: la coca cola ya no tiene el mismo gusto."

La segunda absurdmob que se conoce fue realizada por una serie de alumnos universitarios también de Barcelona, consistía en movimiento desordenado de las sillas de una aula, estas imágenes sirvieron para una protesta enviada al Ministerio de Educación con el siguiente lema: «protesta de los alumnos no becados por el ministerio».

Los objetivos de las absurdmobs como su nombre hace prever retoman el carácter inicial de las primeras flashmobs: actividades comunitarias de autoorganización con medios telemáticos, el objetivo de las absurdmobs es potenciar el carácter de espectacularización que conlleva ponerse de acuerdo multitudinariamente para una actividad absurda y un proceso de manipulación del sentido que pueden tener las imágenes de multitudes en los medios.

FUENTE: http://es.wikipedia.org/wiki/Flashmob

miércoles, 14 de septiembre de 2011

EL SALVADOR Procesos Básicos de Masculinidades Foro Permanente de Estudios sobre Masculinidades


Con el Objetivo de Promover el involucramiento de hombres en la equidad de género, durante los meses de Septiembre y Octubre, en San Salvador y Chalatenango, estaremos desarrollandoProcesos Básicos de Masculinidades conformado por cuatro Talleres Vivenciales para hombres, en el marco de las Jornadas "Construyendo correlación para la equidad de género en los ámbitos local e institucional".

El Proceso concluye con una actividad conjunta con mujeres denominada "Presentación de Compromisos Personales por la equidad de género". Posteriormente a los talleres del Proceso Básico, los participantes desarrollarán acciones en el marco de la Jornada de hombres contra la violencia hacia las mujeres, que se desarrollará desl 26 de Noviembre al 10 de Diciembre

Las Jornadas se realizan en alianza con la Corte Suprema de Justicia, a través del Programa de Masculinidades del Area de Investigaciones de la Sala de lo Civil, y con la Unidad Técnica Ejecutiva de la Comisión Coordinadora del Sector de Justicia, para el caso de San Salvador y con el Comité Interinstitucional contra la Violencia, en el caso de Chalatenango.

Para ambos procesos se contará con  el apoyo del Fondo de Población de las Naciones Unidas.

viernes, 9 de septiembre de 2011

Esta mañana en San Salvador fue presentada oficialmente la "Política Institucional para la Equidad e Igualdad de Género de la Policía Nacional Civil 2011-2021".

Ante una nutrida concurrencia el Director General de la PNC Comisionado Carlos Antonio Ascencio Girón entregó oficialmente la Política a la Directora del ISDEMU Licenciada Yanira Argueta.

En los Agradecimientos de la Política se señala: "La Política de Equidad de Igualdad de Género, es el resultado de los aportes de diferentes personas que representan a entidades del Estado, de la sociedad civil y de la cooperación internacional a quienes se agradece su tiempo, información, conocimiento, apertura y experiencia proporcionada en el proceso llevado a cabo".

El Foro Permanente de Estudios sobre Masculinidades, felicita a las altas autoridades y saluda a todas y todos las mujeres y hombres de la corporación policial que tras dos años de esfuerzos han logrado entregar a la institución y a la sociedad salvadoreña tan importante documento normativo.

Desde este espacio manifestamos nuestra disposición a seguir sumando nuestros esfuerzos, como en el pasado, para lograr los objetivos comunes de promover la incorporación de los hombres en la equidad de género.

jueves, 8 de septiembre de 2011

Esta tarde de Jueves 8 de Septiembre en San Salvador concluyó exitosamente el Taller "Nuevas masculinidades y cultura de paz" organizado por la Fundación Directa, UNFPA, AECID y Red Iberoamericana de Masculinidades.

El Taller fue facilitado por Ma. Angeles Sallé, de Fundación Directa y José Roberto Luna, de UNFPA Guatemala.

En el acto de clausura estuvo presente la Representante del UNFPA en El Salvador. Doña Elena Zúñiga H.
Esta mañana del Jueves 8 de Septiembre ha continuado en San Salvador el Taller "Nuevas masculinidades y cultura de paz"

EL SALVADOR "Taller Nuevas masculinidades y cultura de paz" FUNDACION DIRECTA, AECID, UNFPA

La mañana de ayer 7 de Septiembre, en San Salvador dio inicio el Taller "Nuevas masculinidades y cultura de paz", organizado por Fundación Directa, España, AECID y UNFPA El Salvador y facilitado por Ma. Angeles Sallé, de Fundación Directa y José Roberto Luna, de UNFPA Guatemala.

En la foto Ma. Angeles Sallé durante su ponencia Una aproximación desde "la otra mitad": Las desigualdades de género en clave femenina


El taller continúa este día con el siguiente Programa: La reflexión compartida "Nuevas masculinidades para generar una nueva cultura de paz" y Enfocando la acción: "Oportunidades para la puesta en marcha y financiación de nuevos proyectos en la materia" y "Construyendo juntos una agenda de prioridades y proyectos viables".


La semana anterior el taller fue realizado en Honduras con mucho éxito al igual que ha sucedido el día de ayer.

Desde este espacio les deseamos muchos éxitos!

Mayor información sobre esta iniciativa en:

http://pazcasas-pazcalles.blogspot.com
http://www.facebook.com/pages/Paz-en-las-casas-Paz-en-las-calles

domingo, 21 de agosto de 2011

EL SALVADOR Nuevas masculinidades y cultura de paz RED IBEROAMERICANA DE MASCULINIDADES

Taller NUEVAS MASCULINIDADES Y CULTURAS DE PAZ. El Salvador 
Días: 7 y 8 de septiembre 2011.
Hora8:30 a.m a 4 p.m.
Lugar: Hotel Crowne Plaza
 
El Contexto
 • Bienvenida e inauguración. Oficial a Cargo de UNFPA, y Representante de la AECID.
• Presentación de las entidades, objetivos y dinámica del taller. Dr. Julio César González Pagés, coordinador de la Red Iberoamericana de Masculinidades, y Mª Ángeles Sallé, Presidenta de Fundación Directa.
• Ronda de presentación de los asistentes. Quién soy, qué traigo y qué espero lograr con mi participación en el taller.
• Macho, varón, masculino: Una visión global acerca de la construcción social, cultural y psicológica de las identidades masculinas, así como sus efectos en las distintas manifestaciones de violencia. Dr. Julio César González Pagés.
• Contexto, experiencias y desafíos desde una perspectiva territorial. Diagnóstico participativo.
• Una aproximación desde “la otra mitad”: Las desigualdades de género en clave femenina. Mª Ángeles Sallé.
La reflexión compartida
• Taller “Nuevas masculinidades para generar una nueva Cultura de Paz”. Dr. Julio César González Pagés.
Enfocando la acción
• Oportunidades para la puesta en marcha y financiación de nuevos proyectos en la materia. Mª Ángeles Sallé.
• Construyendo juntos una agenda de prioridades y proyectos viables. J.C González Pagés; M.A Sallé y UNFPA.
• Conclusiones, evaluación y cierre del taller.

sábado, 6 de agosto de 2011

EL SALVADOR Yo violada 4a. parte SALA NEGRA EL FARO.NET


Cuarta Parte

Cayó profundamente dormida. A la mañana siguiente, los dolores en todo el cuerpo y una leve hemorragia vaginal le confirmaron que no había sido una pesadilla. En las horas que pasó despierta en la cama, hasta que su madre y su padrastro se fueron, Magaly se reafirmó en lo que desde el día anterior era ya una convicción: trataría de sobrellevar esto sola. Tomada la decisión, y confiada en que los dolores se irían solos, emergieron las tres preocupaciones principales: un posible embarazo, el sida y la pérdida del año escolar. La posibilidad de denunciar ni siquiera la consideró. "Yo creo en un dios que todo lo sabe y todo lo puede, y él tarda pero nunca olvida", me respondió en una ocasión cuando le pedí un porqué.

De los tres problemas, el de las clases es el que primero se solucionó. Dejó pasar unos días y, primero por teléfono y luego en persona, Magaly contó lo sucedido a su maestra y luego al director. Entre los tres improvisaron una manera de pasar el grado haciendo las tareas en casa, sin asistir a la escuela donde el encuentro con sus violadores era inevitable, y no solo con los violadores.

—Mirá –le dijo un compañero una vez que llegó a arreglar su situación–, dicen que aquellos tuvieron fiesta. ¿Cuándo me va a tocar a mí?

Disipar la duda del VIH tomó más tiempo, pero lo cierto es que esta posibilidad nunca llegó a atormentarla porque palidecía ante lo que Magaly consideraba la preocupación mayor: el embarazo. Para poder dimensionar su aflicción, hay que conocer un poco mejor a su madre. "Yo hace dos años no existía", me dijo en una ocasión Magaly. Se refería a que hasta poco antes de cumplir los 18 no estaba asentada en ningún lado, por lo que no tenía ni partida de nacimiento ni ningún otro documento. Su hermana Vanessa aún está en esa situación. Para la madre no son cuestiones relevantes, mucho menos para el padrastro, por quien Magaly siente una profunda animadversión.

Hace más de una década el Estado quitó a la madre la tutela de sus hijos, y Magaly tuvo que pasar seis oscuros meses en un centro del Instituto Salvadoreño de Protección al Menor. El último hijo, el noveno, la madre lo regaló a un hermano para que él lo asentara como propio. Sin embargo, Magaly siente hacia ella una rara mezcla de respeto, cariño y temor que, para bien o para mal, ha marcado su manera de ser. "Yo no soy nadie para juzgar a mi nana", me dijo otra vez. En su casa se vive una férrea dictadura en la que la única opción para los hijos es obedecer. Bajo ninguna condición se puede salir después de anochecer, por lo que la adolescencia de Magaly siempre estuvo carente de fiestas, de bailes, de borracheras, de noviazgos, de vida social. Una vez le pregunté cuál de sus cumpleaños recordaba más. "El de los 15 años", respondió. "¿Y cómo fue la fiesta?", insistí. "¿Cuál fiesta? –dijo–. Si nadie se acordó, por eso nunca se me olvida. Nadie… ni mi mamá".

En estas circunstancias familiares Magaly hizo frente a las secuelas de su violación. Primero calló. A los dos días la tuvo que ver una médica por primera vez, y le detectó una fuerte inflamación en la matriz, además del sangrado que duraría semanas. Unos antibióticos y para casa. Magaly comenzó a tomar cualquier cosa que le dijeron que podría tener propiedades abortivas o curativas: agua de canela, agua de chichipince, hierba del toro, orégano… Su hermano Guille, el único de la casa que lo sabe, se convirtió en su aliado. El leve sangrado nunca cesó; los dolores se incrementaron. Su madre comenzó a interesarse y hasta la llevó a un doctor de confianza, al que Magaly le contó todo a cambio de que no dijera nada a su madre. La refirieron al Hospital de Maternidad, en San Salvador. Tenía la convicción absoluta de que uno de sus violadores la había embarazado.

En esas vueltas estaba cuando aquella mañana de inicios de julio me soltó por el messenger que la habían violado. Quizá solo quería desahogarse, quizá solo quería ayuda. Le conté el caso a un amigo que a su vez buscó a una conocida de un colectivo feminista de esos que diz que ayudan a víctimas como Magaly, a pesar de ser El Salvador un país en el que el aborto está estrictamente prohibido. Ese intento naufragó porque los requisitos eran de imposible cumplimiento para un joven humilde, sola y asustada. La ayuda ofrecida, además, nunca fue más allá de una asesoría telefónica.

“La vida es hermosa”, inició Magaly otro chat 18 días después de haberme dicho que el Barrio 18 la había violado. “Me duele un poco pero estoy bien, siento como si estoy pariendo no se que sea eso”, escribió. “Solo tengo que comprar unos antivioticos para que no alla infección”, escribió. “Unas amoxicilina 500 me dijeron que es bueno”, escribió. “Si, me desangraron de ambos lados fui al hospital y me hicieron una radigrafia en la parte de pelvis no podia detener la sangre mi mami cree que fue la ulcera que me queria reventar”, escribió. “Estuve tres dias en el hospital”, escribió.

Además, las pruebas de VIH salieron negativas.

A Magaly le gusta mirarse en un espejo que hay en el baño de la casa y hablar en voz alta con su reflejo. Quizá esa noche en la que sus tres problemas se solucionaron se miró fijamente a los ojos, se quiso engañar a sí misma y se dijo: gracias a dios, todo ha pasado.

* * *

—Tu hermana Vanessa tiene ya 10 años y podría sucederle lo mismo. ¿No crees que deberías contárselo?

—El problema es que ella es bien bocona, y se lo diría a mi mamá. Lo que hago es aconsejarle.

—¿Y a tu madre? Magaly, han pasado ocho meses y había amenazas de los pandilleros; creo que entendería que en su día no le dijeras nada. ¿Por qué no te sientas con ella un día y le cuentas?

—No, mejor no. Es que mi mamá no es de razones…

—¿Pero cuál es el temor?

—No sé. Diría que algo habría hecho, o que me pasó por andar con gente que no debo… A saber.

—¿Y a tu padrastro?

—¡Peor! Es que… a ver… Mi casa no es así como usted piensa. Si algún día yo salgo embarazada, me echan. Ya me lo han dicho.

* * *

En los últimos meses he quedado tantas veces con Magaly que me he propuesto que el de hoy sea el último encuentro. Sé más de ella que de mi propia hermana.

Es sábado en la tarde, y la cita es en una pastelería del centro comercial Metrocentro. Magaly, que ya ha cumplido los 19 años, se presenta con unos jeans ajustados coronados por un grueso cincho, una blusa blanca de botones y unos zapatos de medio tacón. Luce bonita, demasiado quizá para la ocasión, como si viniera de una discoteca. Solo los cuadernos que carga bajo el brazo respaldan su discurso de que viene del instituto en el que cursa primer año de bachillerato en la modalidad a distancia. En su colonia no podía estudiar, pero se inscribió en un centro de San Salvador y asiste los sábados. “Si dios me lo permite, quiero llegar a la universidad”, me dijo otro día.

Mi idea es hablar lo mínimo sobre la violación, pero ella saca el tema: dos pandilleros violaron hace pocos días a Patty, una conocida de la colonia de la que ya me había hablado. Como todas y cada una las desgracias que le ocurren, esta también la cuenta sin la más mínima expresión de extrañeza en su rostro. En vidas como la suya cosas así no son algo estridente.

Su vida ha cambiado desde la violación. Cuando está en la colonia, no sale de casa, y el contacto con sus violadores es casi nulo. Hace un par de semanas vio por televisión a dos de ellos, cuando fueron presentados tras ser detenidos en un operativo de la Policía Nacional Civil. Supo también de otro al que lo asesinaron en la colonia. Magaly lo llama justicia divina, y está convencida de que, más temprano que tarde, le llegará a todos los que participaron en el trencito.

En su casa nadie sabe nada de la violación; solo Guille, que ya tiene 13 años. La férrea disciplina que impone la madre ha servido al menos para alejarlo del Barrio 18. Magaly me dice que hace unas semanas logró que su hermano le jurara que nunca diría nada a su mamá. Lo hizo después de que una noche en la que habían discutido, Guille jugara con fuego. “Mami, ¿recuerda aquella vez que la Magaly dijo que estaba enferma y que no la molestáramos?”. Magaly se le quedó mirando. Guille se rio e improvisó una respuesta falsa.

Siento que Magaly sigue siendo en muchos aspectos una niña, una niña a la que violaron no menos de 15 pandilleros durante más de tres horas y tuvo que callar. Nadie lo diría si la viera aquí y ahora, sonriente como casi siempre. Hay mucha confianza ya y le comento que esta tarde se ve especialmente bonita. Se ruboriza.

—Es que… ¿le puedo contar algo? –me dice.

—A ver.

—No sé… Es que… me da pena contárselo…

—Me ha contado toda su vida, Magaly.

—Pues es que estos jeans me costaron solo dos dólares. Es que… es ropa usada. En Navidad vamos con mi mamá y la compramos en un local que se llama Santa Lucía; queda por ahí, por Simán centro.

(Los nombres de la mayoría de las personas que aparecen en este relato se han modificado para proteger su vida; también algunos lugares y otros detalles que podrían resultar comprometedores)


EL SALVADOR Yo violada 3a. parte SALA NEGRA EL FARO.NET


Tercera Parte

Entró el primero de sus violadores. Nunca supo si era el palabrero o el cumpleañero. Se quitó la calzoneta, le ordenó tumbarse boca arriba y abrirse de piernas, y comenzó a violarla, a pelo, y Magaly lloró, con la cabeza volteada hasta casi desencajarla del cuello para intentar evitar los besos y las lengüetadas, y quizá pensó en la hora eterna y maldita que tenía por delante, una hora de dolor rabia sangre impotencia saliva asco tortura vergas resignación, resignación infinita ante lo que se asume como inevitable, cuando se ha conocido tanta mierda que una violación tumultuaria forma parte del guion, algo que puede pasar, que de hecho estuvo a punto de pasarle cuando tenía 10 años, la edad de Vanessa, cuando vivían en un mesón en Mejicanos, y un hombre aprovechaba las ausencias de su madre para tocarla y obligarla a tocarle a él, hasta que un día le mordió la mano, se defendió, aunque hacer algo así en la violación no era siquiera opción, moriría ahí mismo, la destazarían, porque el Barrio 18 viola destaza asesina descuartiza mata, y por eso no gritó, aunque sabía que estaba en una casa en un pasaje en una colonia populosa, a primera hora de la tarde, mientras los vecinos veían telenovelas o National Geographic, y Magaly llorando, y solo cuando se le disparaban los decibeles de su llanto, el violador le decía que callara, puta, que callara… hasta que él se fue y se fue, pero al poco vino uno; no, dos, y la violaron a la vez, sin importarles la sangre, y le decían: ponete así, hacele así… y entró un tercero con un teléfono, lo puso cerca de la boca de Magaly, y le dijo: ahora chillá, gemí, perra, que te oiga, y quizá en una cárcel salvadoreña alguien tirado sobre un catre se masturbaba con ese dolor, ese dolor interminable, porque al terminar uno, empezaba otro, y luego el otro, y luego el otro…

—Mirá –se encaró con el que creyó que era el sexto–, el que habló por teléfono dijo que solo iban a ser cinco y una hora.

—Pero él no está aquí ahorita –le respondió–, así que no estés pidiendo gustos. Abrite, pues.

Más llanto, más semen juvenil, y el dolor cada vez más agudo, y uno y otro y otro más, y dos al mismo tiempo, y tres, y vuelta, y vuelta, y hasta un grupito que se sentó en el suelo de la habitación, mirando, riendo, grabando y tomando fotos con el celular, jugando, violadores mareros pandilleros de 12 años –doce–, de 14, de 18… hasta que apareció uno al que le dio asco el sudor ajeno, la sangre, y pidió a Magaly que se fuera a bañar rápido, que bebiera un poco de agua, que dejara de llorar, uno que le preguntó si le estaba gustando la fiesta, y luego a empezar de nuevo, y a llorar de nuevo, el undécimo, o el octavo, o el decimocuarto... ¿cómo saberlo? Más de uno repitió, porque tiempo hubo para humillar un cuerpo hasta la saciedad, sodomizarlo vejarlo ultrajarlo malograrlo envejecerlo, marcarlo de por vida, y el hilito de sangre que no cesaba, y las lágrimas y los ojos rojos siempre acuosos hinchados resignados… hasta que al fin terminó, cuando todos, donde todos incluye a pandilleros y a aspirantes, se cansaron de penetrarla, de darle nalgadas, de montarla, y su dios, el dios al que le reza cada noche con sus hermanos, a saber dónde putas estaba ese día.

—Puya, mirá esta maldita cómo está sangrando –le dijo un pandillero a otro, riendo, mientras Magaly intentaba recomponerse–. Dan ganas de picarla, vos.

—Callate, vos, que nos vamos a echar un huevo encima. Además, ¿que no mirás que estaba virga la bicha?

Como pudo, Magaly se vistió y salió de la habitación. Eran las 4:30 de la tarde. La despedida fue una frase: si abrís la boca, iremos a tirar una granada en tu casa. Cojeaba y los ojos siempre acuosos hinchados resignados. Así la vio su hermana cuando salió del pasaje. Pero Vanessa es niña todavía, 10 años, se ve niña. Le reclamó de forma airada la interminable espera, y Magaly prefirió no decirle nada. Ahorita no me hablés que me duele mucho la cabeza, respondió. También le dijo que se había torcido un tobillo. Caminaron hasta la casa. Guille abrió la puerta. También él preguntó, más consciente a sus 12 años de lo que podía haber pasado, pero respetó las ganas de silencio de Magaly. Fue al baño. Se duchó largo, se restregó bien por el asco. Tomó un par de diazepam y se encerró en su cuarto, que no era suyo sino de los tres hermanos.

—Díganle a mi mamá que estoy enferma, que no vaya a molestar –fue lo último que dijo el día de la violación.

Le costó, pero al rato cayó profundamente dormida.

* * *

La sicología forense es la herramienta que permite traducir una evaluación sicológica al lenguaje legal que se maneja en los juzgados. El trabajo de un sicólogo forense consiste pues en tratar tanto con víctimas como con victimarios; los escucha, los analiza, los evalúa y los interpreta. Marcelino Díaz es sicólogo forense en El Salvador. Trabaja desde 1993 en el Instituto de Medicina Legal, institución adscrita a la Corte Suprema de Justicia. Por su despacho de dos por dos metros han pasado violadas y violadores, incontables ya. La segunda vez que me recibió, cuando le saqué el tema, alzó desde detrás de la mesa una gran bolsa blanca llena de peluches. Me explicó que se los pide a sus alumnos de la universidad, para romper el hielo cuando evalúa a niñas violadas, algo que ocurre con demasiada frecuencia.

—Una de las cosas que he logrado entender de las pandillas –me dijo Marcelino, también un convencido de que las maras son responsables directas de buena parte de la violencia que embadurna el país– es que ellos se creen diferentes; a los demás nos dicen civiles. Se consideran con el derecho a hacer lo que les da la gana y por la impunidad que hay, hoy pueden tomar a la mujer que se les antoja.

La historia de Magaly era ya un drama infinito, pero en singular; no fue hasta que hablé con Marcelino cuando comprendí que es algo generalizado, que no es exclusivo del Barrio 18 o de la Mara Salvatrucha; comprendí que las violaciones tumultuarias no son algo extraordinario en El Salvador; comprendí que Magaly hasta podría considerarse una afortunada.

—Con los años –me dijo–, las violaciones de los pandilleros han ido cambiando, especialmente en conductas sádicas. Lo último de lo que he tenido conocimiento es que toman a una joven, la desnudan, alguno se pone entre las piernas para violarla, otros la levantan, le agarran las piernas y, cuando la están violando, uno más le clava un puñal en la espalda, para que ella se mueva. Es una conducta totalmente sádica, bestial… no tiene nombre.

Las pláticas con Marcelino resultaron una sucesión de titulares, cada cual más cruel y desesperanzador: “Los pandilleros tienen un odio tremendo a la mujer, por la destrucción de cuerpos que hacen”; “las denuncias son solo la punta del iceberg de todas las violaciones que hay”; “hay niños de 12-13 años que ya son violadores”; “las están prefiriendo de 14 o 15 años, son las que más aparecen muertas”; “el sistema educativo es una fracaso, pero parece que nadie lo quiere señalar”; “no le veo solución al problema de las pandillas”.

Le esbocé lo vivido por Magaly y mencioné su aparente fortaleza emocional. Marcelino respondió que cuando se crece en un ambiente de amenaza constante, como lo es una colonia dominada por pandilleros, una violación no genera tanto trauma porque se asume que la alternativa es la muerte. Es cuestión de sobrevivencia, me dijo.

—¿Y cómo calificaría la actitud de la sociedad salvadoreña ante lo que ocurre en el país? –pregunté.
—La violencia está casi invisibilizada: ¿cuántos medios de comunicación cuentan aquí la verdad? Casi ninguno, porque responden a grupos normativos que prefieren vender El Salvador como el país de la sonrisa. Y no solo invisibilizada; también está naturalizada. No es natural que se descuartice a niños o a niñas, que maten a la abuelita, pero aquí todo eso se ha naturalizado. Yo creo que los salvadoreños tenemos adicción a la muerte.

Adicción a la muerte, dijo.

EL SALVADOR Yo violada 2a. parte SALA NEGRA EL FARO.NET


Segunda Parte

La mañana del día de la violación Magaly salió para comprar algo en la tienda. Era miércoles. Un grupo de pandilleros se le acercó, la rodearon y le dijeron que se preparara, que en la tarde la llamarían. Ese coro de voces infanto-adolescentes, casi todas conocidas, algunas de compañeros de aula, representaba la máxima autoridad en la colonia, el Barrio 18, y ella mejor que nadie sabía que, escuchada la sentencia, poco o nada se podía hacer. En las horas siguientes actuó como un condenado a muerte que asume con resignación su condición.

Magaly es una joven bien parecida. Salvo por su estatura –apenas supera el metro y medio–, está en las antípodas del estereotipo de una mujer salvadoreña. Su piel es lechosa; su cara, de facciones angulosas, con una nariz respingona pero bien conjuntada con su rostro; el pelo lo tiene oscuro, largo y liso, y le cubre una cicatriz en el cuero cabelludo del tamaño de un centavo, que le dejó un ácido que la cayó de niña. Está muy delgada, apenas supera las 90 libras, y no es para nada voluptuosa. La primera vez que la vi fue a mediados de marzo de 2010, durante una actividad del Ministerio de Educación que me llevó a Ilopango. Tenía que amarrar un contacto en la zona para el seguimiento, y ella fue la elegida. Nunca sospeché que esa joven menuda y dicharachera tuviera 19 años, condicionado quizá por el hecho de que estábamos en una escuela en la que solo se estudia hasta noveno grado.

La tarde del día de la violación Magaly llegó a esa escuela, como todos los días. Lo hizo poco antes de la 1 acompañada por Vanessa, su hermana pequeña. Se despidieron y cada quien entró en su aula. Hablando estaba con una amiga cuando un compañero de clases –un pandillero– se le acercó para entregarle un celular. Te llaman, le dijo.

—Ajá, ¿con que vos sos la puta que nos puso el dedo? –preguntó una voz sonora y amenazante–. Mirá, pues ahorita los homeboys se quieren dar el taco.

—¿Conmigo? ¿Y por qué?

— No te hagás la maje, que bien sabés. Vos los pateaste cuando se llevaron a la morrita aquella. Ellos te van a decir...

—Pero no tengo nada que hablar con ellos.

No dudó de que se trataba de la persona que desde la cárcel lleva palabra sobre los pandilleros de su colonia, de su escuela, pero se atrevió a interrumpir la llamada. El teléfono volvió a sonar de nuevo.

—¡No me volvás a colgar, peeeerra! Vos sabés lo que te va a pasar si no...

—Fíjese, pero yo no tengo nada que ver con ustedes –consumió Magaly su último suspiro de valentía–, así que deje de molestarme.

—Es que aquí no es lo que vos decís, sino lo que los homeboys dicen. Ahora mismo vas a ir a donde te lleven y vas a pasar una hora con cinco de ellos.

—Pero yo no puedo hacer eso, ando con mi hermana pequeña.

—Es que no es lo que vos querrás, es que lo tenés que hacer. Si no vas, van a ir a sacarte de la escuela.

Y colgó.

Magaly y su hermana Vanessa tienen una relación especial. Se llevan 10 años, pero es evidente la complicidad cuando están juntas. En una ocasión Magaly me contó un incidente que tuvo con su pelo. Se lo quería alisar y, como a falta de dinero lo que toca es improvisar, pidió a Vanessa que usara una plancha para ropa y una toalla, sentada ella de espaldas a una mesa y con la cabellera extendida. No midieron bien los tiempos, y el pelo resintió ligeramente el exceso de calor. Mientras me lo contaba no paraba de reír.

Pese a esta relación, la de Magaly no es el mejor ejemplo de familia integrada. Cuando la violaron vivía en una casa diminuta con Vanessa, con Guille –el hermano, de 12 años–, con su madre y con el novio de esta, que salen al amanecer y regresan al anochecer. Pero cuando le pregunté por cuántos hermanos tenía, respondió que eran nueve en total, menores la mayoría, de diferentes padres y repartidos ahora en distintas casas, incluido uno que, recién nacido, su madre se lo regaló a un hermano, para que lo asentara como propio, y que ahora vive en Estados Unidos. Es la suerte que hubiese querido tener yo, me dijo un día Magaly. En otra ocasión le pregunté por su padre biológico. Creo que vive en San Martín, pero no lo veo, me respondió.

Magaly es casi como una madre para sus dos hermanos menores, sobre todo para Vanessa, y no parece sentirse incómoda en ese rol. Quizá por eso, cuando el día de la violación la voz amenazante le ordenó salir de la escuela, lo primero que hizo fue pensar en ella. No la podía dejar sola.

Salieron las dos de la escuela, y afuera había un grupito de pandilleros que comenzaron a caminar delante. Al llegar al pasaje donde estaba la destroyer, la casa que usan como punto de reunión, le dijeron que Vanessa no podía llegar y, con toda la naturalidad del mundo, le dijeron que la cuidaría la hermana de uno de los pandilleros. Magaly le dejó su celular, y ahí se separaron. No tuvo que recorrer mucho más para llegar a la casa. Eran pocos los pandilleros cuando entró, cuatro o cinco, pero casi todos rostros conocidos, casi todos más jóvenes, compañeros de la escuela algunos. Le indicaron un cuarto: “Metete ahí y quitate la ropa, que ya vamos a llegar”.

En la habitación no había nadie, solo un gran XV3 pintado en la pared y un colchón grande tirado en el suelo, sin sábanas. Ella misma se desvistió. Se quitó los tenis blancos con dibujitos de calaveras que calzaba, los calcetines, la blusa verde, la camiseta de algodón, los jeans y el calzón. Todo lo amontonó en una esquina. Se sentó en el colchón y se acurrucó. Magaly no es de las que se congrega con asiduidad pero sí es creyente, lee la Biblia con sus hermanos antes de dormir, y quizá en ese momento pensó en su dios. “Yo seguido hablo con él, porque sé que me oye y me entiende”, me dijo en otra ocasión. Al menos esta vez a su dios le valió madre su suerte. Al poco entró el primero de sus violadores.

* * *

Mauricio Quirós es el nombre que daré a la persona que desde hace nueve años es el director de la escuela en la que estudiaba Magaly. Me costó semanas que se sentara a platicar sobre lo que sucedía -sobre lo que aún sucede- en el centro educativo que dirige; al final aceptó hacerlo sin grabadora, bajo estricta condición de confidencialidad y en un lugar público y alejado de Ilopango. Su vida no debe de ser fácil: trabaja en una zona controlada por el Barrio 18 y vive en una colonia asediada por la Mara Salvatrucha, a dos rutas de buses de distancia. Sin embargo, cuando se cercioró de que yo conocía al detalle el caso de Magaly, fue como un libro abierto, como si con esa plática quisiera de alguna manera compensar su silencio cómplice.

“Siempre me ha gustado tener buena relación con los alumnos, solo así uno se da cuenta de tantas cosas, pero lo único que uno puede hacer aquí es callar”, me dijo Mauricio, quien supo de la violación a los pocos días. Ella dejó de asistir a clases, su profesora de noveno grado lo reportó y, primero por teléfono y después en el despacho, Magaly le confirmó a Mauricio lo sucedido. “Es una indignación… saber que le han hecho eso a una joven que he visto crecer… pero… ¿qué puede hacer uno?”, me dijo. Las respuestas se me amontonan, quizá porque responder resulta sencillo cuando se desconoce qué implica vivir bajo el yugo de las pandillas.

El Salvador es un país muy violento: somos poco más de 6 millones de personas y en 2010 hubo 4,000 asesinatos, de los que la Policía Nacional Civil atribuye al menos la mitad a las maras. Naciones Unidas habla de epidemia de violencia si en un año se superan los 10 homicidios por cada 100,000 habitantes, siendo 8 el promedio mundial. Marruecos, Noruega y Japón están abajo de 1; España y Chile, en torno a 2; Argentina y Estados Unidos rondan los 6; y el México de cárteles y narcos se dispara hasta los 18. En El Salvador, la tasa en 2010 fue de 65.

Pero la violencia que caracteriza a la sociedad salvadoreña no es solo cuestión de números. El Salvador es un país en el que en las tiendas te sirven a través de una reja, un país en el que te cachean al entrar en un banco, un país en el que te disparan por negarte a dar un teléfono celular en un robo, un país en el que te recomiendan sin rubor que si atropellas a alguien lo mejor es huir del lugar, un país en el que hay más guardas de seguridad privados que policías, un país en el que se denuncia solo una fracción de lo que sucede y se judicializa solo una fracción de lo que se denuncia, un país en el que los profesores saben que sus alumnas son violadas salvajemente y lo más que hacen es ayudarlas a pasar el grado.

—Pero usted tiene que conocer a los pandilleros que violaron a Magaly –le dije a Mauricio.

—Claro, a casi todos, y créame que me repugna cuando los veo.

Mauricio confirmó la violación de Magaly y me habló de otras ocurridas antes y después. Todos los maestros saben o intuyen lo que sucede. Todos callan. Todos temen. En escuelas como la que él dirige, los pandilleros violan sistemáticamente. La excusa de turno aparece más temprano que tarde. Tampoco importa si se es gorda, flaca, alta o baja. En el cuadro que me pintó solo se libran las protegidas del Barrio 18: la hermana de, la novia de, la hija de. Esto ocurre y ni siquiera es algo que se trata de ocultar. Durante la plática, me contó que ha visto a pandilleros que en los pasillos o en el patio señalan a niñas de 9 o 10 años y comentan obscenidades. “Desde el momento en el que van teniendo curvas, ya puede ser que las violen”, me dijo.

En las reuniones de directores convocadas por el Ministerio de Educación, Mauricio no reporta nada de esto. En nueve años no ha sabido de nadie que denuncie lo que él cree que es, con mayor o menor intensidad, algo habitual en todas las escuelas ubicadas en zonas con fuerte presencia de maras. Pero tiene su propia teoría para explicar ese silencio: “Cada director tendrá su escenario, seguro, pero harán lo mismo que yo: callar”.



Continúa...

EL SALVADOR Yo violada SALA NEGRA EL FARO.NET


Roberto Valencia

Publicado el 24 de Julio de 2011

Centroamérica es la región más violenta del mundo no solo porque asesinen a un trovador o porque los muertos en los motines carcelarios se cuenten por docenas. Es violenta en su cotidianidad. La historia de Magaly, una joven salvadoreña sacada de su escuela y violada por pandilleros del Barrio 18, nunca aparecerá en estadística alguna, pero quizá ayude a comprender mejor lo que supone vivir en la región más violenta del mundo.

“Las violencias seguirán cambiando de nombre, pero habrá siempre violencia
mientras no se cambie la raíz de donde están brotando
todas esas cosas tan horrorosas”. Monseñor Romero, septiembre de 1977.

A Magaly Peña la violaron no menos de 15 pandilleros durante más de tres horas, pero eso quizá sea lo menos importante de esta historia. La conocí hace más de un año, cuando ella acababa de cumplir los 19. Vivía -aún vive- en una ciudad del Área Metropolitana de San Salvador llamada Ilopango, en una colonia periférica con fuerte presencia de maras; del Barrio 18, en concreto, aunque con el paso del tiempo comprendí que son circunstanciales cuestiones como qué pandilla lo hizo, si los violadores fueron 6, 12 o 24, o en qué municipio sucedió; comprendí que lo que le pasó tiene ya muy poco de extraordinario en un país como El Salvador; comprendí que hasta podría considerarse una afortunada.

“De la escuela me fueron a sacar los pandilleros y me violaron”, me soltó una mañana de julio de 2010, cuando chateábamos en el messenger. “Pero mi familia no sabe nada por que amenazaron con acerles daño si decia algo”, escribió. “Se supone que uno de ellos estaba cumpliendo años y me querian de regalo”, escribió. “Se imagina mas de 18 hombres con una sola mujer???????”, escribió. “Eso solo demuestra que son y seran unos perros muertos de hambre para toda su maldita vida”, escribió.

Todavía no logro entender por qué me lo contó. No éramos amigos, apenas conocidos. Quizá solo quería desahogarse. De hecho, transcurrido ya más de un año de la violación, lo que le ocurrió aún no lo saben ni su madre ni su padrastro ni sus hermanos mayores. Tampoco la Policía Nacional Civil ni la Fiscalía General de la República ni la Procuraduría para la Defensa de los Derechos Humanos ni el Ministerio de Salud. Cuando me lo dijo habían pasado tres semanas, y las secuelas estaban en plena ebullición. Quizá por eso me sorprendió la frialdad con la que se expresó en aquel chat: “Ya cerre eso como un capitulo de mi vida que se fue y paso”.

Nos vimos en repetidas ocasiones en los meses siguientes, y cada vez la hallé más atrincherada en esa idea de que es mejor no remover lo pasado. “Mire –me dijo en una ocasión que quedamos para almorzar–, no sé cómo decirle… Tal vez usted me comprende, porque a mí nadie me entiende. Digamos que le pasa algo que a usted no le gusta, pero hay personas que se encierran en eso, personas que… púchica, que me pasó esto y solo quejándose pasan. Vaya, yo no. A mí me pasó esto y va, amanece, amanece y ahora ya no es ayer. No me entiende, ¿va?”

Cuesta siquiera intentar entenderla.

A Magaly la violaron no menos de 15 pandilleros durante más de tres horas y tuvo que callar, pero en vidas como la suya no es algo tan estridente. En otra ocasión, fuimos ella, un hermano menor y yo al zoológico, a echar la mañana sin mayores pretensiones. Me dijo que, dos meses atrás, una tía del padrastro había ido como penitente al cerro Las Pavas para agradecer a la virgen de Fátima por sacarla de la cárcel, después de haber pasado unos días encerrada por consentir las continuas violaciones de su marido hacia su nieta, una niña de 14 años con discapacidad intelectual. Magaly me lo contó como quien recita la lista de las compras, sin la más mínima expresión de extrañeza en su rostro; tampoco en el de su hermano, a quien a cada rato le pedía que corroborara su relato. ¿Va, Guille?, le decía, ¿va, Guille?

—¿Hay en el mundo algún lugar que te gustaría visitar? –pregunté a Magaly en otro de nuestros encuentros.
—Donde sí quisiera ir, aunque ya no se puede porque lo cerraron, es al Teleférico del cerro San Jacinto. Fui una tan sola vez de pequeña, con mi abuela y mi tía; yo tenía como siete años. ¿Y sabe qué nos pasó? Que se fue la luz y quedamos en la góndola a mitad de camino.

El mundo de Magaly termina poco más allá de la colonia en la que vive, pero sonreía mientras me lo contaba. "Fíjese que yo desde que tengo como seis años sueño que me estoy quemando en mi casa", me dijo inmediatamente después de recordar su viaje en el teleférico. Siempre sonreía.

* * *

—Magaly, ¿por qué crees que ocurrió?
—Lo de violar bichas es un regalo que los muchachos le hacen a uno de ellos, pero, como se supone que es una fiesta, todos tienen que disfrutarlo.
—¿Pero por qué a vos?
—Mi pecado supuestamente era que yo, como 15 días antes, cuando estaban violando a otra…
—Pera, pera, repíteme eso…
—Sí, como dos semanas antes habían violado a otra bicha en la colonia. La cuestión es que… yo no sé cómo supieron, pero la Policía hizo un operativo y, aunque nunca dieron con la casa, creyeron que yo les había avisado. Eso porque dos días antes, en la escuela, iba pasando cuando escuché, ¿va? Porque usted sabe que a veces uno sin querer escucha cosas, y yo iba saliendo…
—En la escuela…
—Ajá, estaban hablando en una esquinita, y no recuerdo qué estaba haciendo yo, barriendo creo, y lo que oí fue de que iban a hacer eso a una bicha, que se lo merecía…
—¿A alguna de tu grado?
—No sé si de mi grado, pero de la escuela. Yo iba pasando… Ni atención… Lo escuché porque estaba ahí. Y pasó que el día que la violaron la andaba buscando la Policía…

miércoles, 2 de marzo de 2011

ARGENTINA Se lanzó la campaña "260 hombres contra el machismo" TUCUMAN NOTICIAS


Alicia Kirchner, ministra de Desarrollo Social de la Nación, encabezó un acto contra la violencia hacia las mujeres y consideró que `hay que juntar fuerzas para abrir caminos y eliminar la violencia´

© Telam | 1/3/2011-09:45 hs. | La campaña "260 Hombres contra el Machismo" tiene como centro la participación de 260 hombres que se manifiestan contra la violencia de género y en el que firman un documento comprometiéndose a revisar su propio comportamiento machista.


260 es el total de las mujeres que fueron asesinadas durante el 2010 por causa de la violencia de género.


Alicia Kirchner aseguró que "la Presidenta ha contribuido mucho a quebrar la discriminación de género" y señaló que la jefa de Estado "ha demostrado que cuando se construye desde el amor, desde las ganas y el compromiso lo que prima son las convicciones y las personas, más allá del sexo que pueda tener cada uno".


En el acto que se desarrolló en el edificio del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación, la titular de la cartera estuvo acompañada por su par de Trabajo, Carlos Tomada; la subsecretaria nacional para la Prevención, Asistencia y Erradicación de la Violencia contra las Mujeres, Mariana Gras; y por el titular de la Fundación Buenos Aires Sida, Alex Freyre.


"Hay temas que son muy difíciles pero si se visibilizan se puede encontrar soluciones colectivas", dijo la ministra acerca de la violencia de género, y añadió que "esta iniciativa va a tener un impacto a lo largo y a lo ancho del país".


Luego citó a la presidenta Cristina Fernández de Kirchner y señaló que "como dice la Presidenta, hay que construir, construir cimientos para mejorar la calidad de vida de nuestro pueblo", y agregó que "un país crece cuando construimos en conjunto".


Además destacó que "el desafío es construir derechos", al tiempo que recordó al ex presidente Néstor Kirchner: "Néstor no creía en el odio, creía en el amor".


Como parte de la iniciativa también se realizará un documental con todos los actos, se organizará al menos un evento por día y se tomarán fotografías para luego confeccionar un calendario de hombres contra el machismo.


En tanto que Alex Freyre, agradeció el "compromiso para dejar de llegar tarde a la cita con la igualdad y para hacer una acción contundente desde la construcción de la masculinidad erradicando, asistiendo y previniendo la violencia contra las mujeres".


Y subrayó que estos actos apuntan a "producir un proceso reflexivo acerca del machismo en la vida cotidiana", y homenajeó a cuatro meses de su muerte al ex presidente Kirchner por haber sido uno de los dirigentes que primero se comprometió con la lucha por el matrimonio igualitario.


Mariana Grass, por su parte, expresó que "no existe ningún tema tabú y vamos a discutir todos los temas para que reine en el pueblo el amor y la igualdad".


Organizan la campaña la Fundación Buenos Aires SIDA, la Casa Abierta María Pueblo, la subsecretaría para la prevención, asistencia y erradicación de la violencia contra las mujeres, el Consejo Nacional de las Mujeres y el Consejo Nacional de Coordinación de Políticas Sociales.


Entre los adherentes se encuentran el ministro de Trabajo, Carlos Tomada; el ministro de Economía, Amado Boudou; el ministro del Interior, Florencio Randazzo; el gobernador bonaerense, Daniel Scioli; el presidente del INADI, Claudio Morgado; el secretario de Derechos Humanos de la Nación, Eduardo Luis Duhalde; los senadores nacionales del Frente para la Victoria, Daniel Filmus y José Pampuro; y el diputado nacional del partido Nuevo Encuentro, Martín Sabattella.


También dieron su compromiso el diputado de la provincia de Buenos Aires, Fernando "Chino" Navarro; el jefe de Gabinete bonaerense, Alberto Pérez; los legisladores porteños Francisco "Tito" Nenna, Juan Cabandié y Gonzalo Ruanova; el secretario de Derechos Humanos de la CGT, Julio Piumato; el secretario de Infraestructura, Abel Fatala; el presidente de Aerolíneas Argentinas, Mariano Recalde; el equipo del programa televiso "Duro de Domar"; y el presidente de Télam, Martín García.




jueves, 17 de febrero de 2011

EL SALVADOR Los neomachistas Julia Evelyn Martínez CONTRAPUNTO

VIERNES, 11 FEBRERO 2011  

Julia Evelyn Martínez (*)



SAN SALVADOR - Los neomachistas vienen en diferentes tallas, pesos, colores e ideologías. Se les encuentra por todos lados y a toda hora: en los templos católicos y en las iglesias protestantes; en las plazas públicas y en los programas de entrevistas; en las aulas  y en los partidos políticos; en los sindicatos y  en el Gobierno; en facebook y en twitter. Todos tienen en común su preocupación por adaptarse a los nuevos tiempos y a los nuevos discursos de la igualdad de género, pero asegurándose que la esencia de la sociedad patriarcal quede intacta. Como dice Miguel Llorente: representan una forma de dominación menos ruidosa pero que al igual que el viejo machismo, atenta contra la igualdad.


Los neomachistas le temen a ser señalados públicamente como acosadores,  golpeadores de mujeres o espectros de la Edad Media. Se sienten cómodos con un discurso que reconoce formalmente la igualdad de derechos entre hombres y mujeres, pero se oponen a cualquier medida de acción afirmativa que se impulse para avanzar en la vigencia sustantiva de dicha igualdad. Si se promueven mayores castigos para los feminicidios, dirán que es una discriminación para las víctimas de homicidios; si se promueven cuotas de participación política para las mujeres, advertirán que es un insulto para las mujeres capaces; si se promueve el uso de un lenguaje inclusivo para las mujeres, reaccionarán diciendo que esto a lo que nos lleva es a la anarquía en el idioma y que así como van las cosas vamos a terminar hablando del PIB y de la PIBA.


Los neomachistas ejercen todas las profesiones y ocupaciones. Pueden ser  abogados, psicólogos, economistas, entrevistadores, columnistas, diputados, jueces, fiscales, policías, ministros, analistas, docentes, empresarios, médicos, periodistas, presentadores, comediantes, militares, rectores, sacerdotes o  pastores.


Una de sus marcas distintivas es que suelen ser los primeros en reaccionar cuando las mujeres tratan de reivindicar sus derechos, utilizando la conocida estrategia del “sí, pero no”. Admiten sin problema que todavía existe discriminación y violencia contra las mujeres, y que hay machistas busadores  que merecen un castigo, PERO a continuación aclaran que estos casos son la  excepción y no la regla, y que por tanto la manera correcta de abordar estos problemas no debe ser actuando sobre lo general sino sobre lo particular.


Les asustan las mujeres bravas (en los términos descritos por Héctor Abad) y prefieren a las mujeres sumisas. Por eso, desprecian a los personajes públicos  que ejercen violencia contra las mujeres  débiles y hogareñas, pero festejan a  otros personajes que utilizan su poder para descalifica a las mujeres que reclaman derechos a toda voz. A estas mujeres, los neomachistas están prestos a recordarles su inferioridad, a burlarse de ellas y de sus luchas y sobre todo, a menospreciar sus avances.


A los neomachistas los quiere la izquierda y la derecha, el centro y la orilla. Todo político o funcionario quisiera tener a su servicio a un neomachista lúcido que le permitiera oponerse al avance de los derechos de las mujeres, mientras es  aplaudido por sus discursos de defensa de la igualdad de género.


Los neomachistas encarnan el rostro renovado de la misoginia: denuncian que las mujeres se están aprovechando de las leyes y de las instituciones que las protegen para ejercer violencia y discriminación contra los hombres, que son ellas las principales responsables del machismo, y que las cosas en el país y en el mundo estarían mejor si las mujeres tuvieran más libertad para estar con sus familias y menos libertinaje para dedicarse al feminismo.


Son los primeros en levantar sospechas sobre las mujeres que denuncian acoso sexual, al insinuar que a lo mejor ellas lo buscaron, o que hacen estas denuncias  como una forma de justificar su incapacidad en el trabajo, o que en el peor de los casos, se trata de mujeres con un cuadro de esquizofrenia paranoica.


No obstante, la taxonomía de los neomachistas está aún en proceso de construcción, podemos preliminarmente sugerir las siguientes categorías básicas, que por supuesto admiten la posibilidad de combinaciones entre sí:


El neomachista ilustrado: Conoce ampliamente la literatura existente sobre la teoría de género y sobre los instrumentos internacionales y nacionales que promueven los derechos de las mujeres, y utiliza estos conocimientos a su conveniencia (o a la de quien lo contrata) para “hablar mucho para no hacer nada”, en lo que se refiere a discriminación y violencia hacia las mujeres. Este tipo de neomachista ha logrado dominar el difícil arte de ser reconocido por su compromiso con la igualdad de género, al mismo tiempo que socava con sus propuestas las condiciones institucionales y políticas que permitirían avances reales en la igualdad de derechos entre hombres y mujeres. Es difícil identificarlos a primera vista por el camuflaje de sensibilidad de género y de corrección política que han aprendido a utilizar; pero, a medida que se les trata, se hacen evidentes por su fobia al feminismo (y a las feministas) y por frases inconfundibles, tales como “debemos pasar de las políticas para promover el avance de las mujeres a políticas inclusivas para mujeres y hombres”.


El neomachista confesional: Repudia la existencia de injusticias y de violencias contra las mujeres y se adhiere a cualquier iniciativa para erradicar estos males, siempre y cuando estén enmarcadas en los fundamentos y dogmas de la religión que profesa. Se ubican en esta clasificación la mayoría (aunque no todos) los que militan en movimientos integristas o neointegristas (como la renovación carismática y el Opus Dei) o en ciertas sectas evangélicas, cuyas creencias les inspiran a apoyar aquellas reformas a favor de las mujeres que estén en correspondencia con las virtudes femeninas exaltadas en sus textos sagrados y a rechazar aquellas otras reformas que pongan en cuestionamiento “la desigualdad natural” de las mujeres establecida en esos mismos escritos.


El neomachista de derecha: Orienta sus propuestas para la equidad de género en el fortalecimiento de la familia tradicional y del rol de la maternidad de las mujeres. Este tipo de neomachsimo no se atreve a reconocer explícitamente la superioridad de los hombres y la inferioridad de las mujeres, pero actúa guiado implícitamente por esta doble convicción. Es el tipo de político que sostiene que sería importante que una mujer sea presidenta del país pero que a continuación aclara que “lamentablemente el pueblo no está preparado para este avance” o que sostiene que “las mujeres son más inteligentes que los hombres y por eso prefieren enfocarse en cuidar el fundamento de la sociedad, es decir a la familia, y no andar perdiendo el tiempo en la política”. En su versión internacional el neomachista  de derecha lo representa el ex- Presidente colombiano Alvaro Uribe al reclamarle públicamente a Hugo Chávez en la cumbre de Cancún: “SEA VARON Y QUÉDESE A DISCUTIR DE FRENTE”, y en su versión criolla, el también ex- Presidente Tony Saca prometiéndole a las mujeres salvadoreñas “que nunca más estarán solas”.


El neomachista de izquierda: Justifica la lucha por los derechos de las mujeres como una lucha legítima y necesaria de los pueblos, siempre y cuando ésta  tenga lugar en el marco de la construcción de la sociedad socialista y exclusivamente en este marco. Considera que las mujeres en la lucha por sus derechos deben ser símbolo de unidad y nunca motivo de divisionismo que pueda beneficiar al enemigo (imperialismo, oligarquía, transnacionales, etc).  Este tipo de neomachismo no tiene problemas con asumir actitudes o comportamientos machistas en determinados momentos, porque como contrapartida, pone en marcha medidas de equidad de género para aumentar la  presencia de mujeres en la política y/o para mejorar su situación económica y social. En su versión ligth este tipo de neomachista se identifica con Evo  Morales o con Hugo Chávez y en su versión extrema con Daniel Ortega. Un momento memorable del neomachismo de izquierda es la juramentación realizada por el Presidente Hugo Chávez de las integrantes del Frente Bicentenario de Mujeres el 8 de marzo de 2010, a quienes instó a “desmontar el capitalismo y a PARIR, CRIAR, AMAMANTAR y fortalecer el único camino a la salvación de la patria, que es el socialismo bolivariano feminista”.


El neomachista locuaz: Su rasgo distintivo es su tendencia a la impostura política resultante de su falta de ilustración sobre los temas relativos a la discriminación y a la violencia de género, combinada con su alta propensión a hablar demasiado o a comentar públicamente con ligereza dichos temas. La figura de culto de este tipo de neomachsimo es Silvio Berlusconni, afirmando sin desenfado alguno en la campaña electoral de 2008 que “la izquierda no tiene gusto, ni siquiera cuando se trata de mujeres. Nuestras candidatas son más hermosas.”, y más recientemente, la figura de Joseph Ackermann, Presidente del Deutche Bank,  quien en medio del debate suscitado en Alemania en torno a la propuesta de cuotas mínimas de participación de mujeres en los directorios de empresas,  comentó que “no hay ninguna mujer en el Comité Directivo del Deutche Bank, pero espero que un día u otro la dirección será más bonita y con más colorido gracias a la integración de mujeres”.


Gran parte del éxito de los neomachistas es que no suelen actuar solos; al lado, a las espaldas o al frente de los grandes o pequeños neomachistas suelen, por lo general, estar un grupo de mujeres que consciente o inconscientemente también sirven a la causa del patriarcado en esta nueva etapa de su desarrollo. Algunas de estas mujeres realizan una defensa activa de neomachismo mientras que otras optan por hacerlo de forma pasiva o encubierta


En el primer grupo destaca la Primera Dama de Nicaragua, Doña Rosario Murillo, quien en la página oficial de la Presidencia de la República mantiene colgado un texto denominado “La conexión feminista y las guerras de baja intensidad” en el cual hace una exaltada denuncia del complot feminista imperialista que existe en su país para hacer la contrarrevolución al gobierno de su esposo, y en el cual se lee : “En su perturbado afán de destrucción política y de desintegración familiar, a las afanadoras de las oligarquías no las detiene nada (….) Este activismo político y cultural, pro-europeo y norteamericano, se disfraza de feminismo, viste ropa de mujer, pero no conoce, nunca ha conocido, la sensibilidad del corazón de la mujer. Su lenguaje es visceral y vengativo, propio del egoísmo y la egolatría, que caracteriza al capitalismo profundo (…)  No tienen lazos familiares o afectivos estables; desdeñan esos dichosos y benditos vínculos del cariño incondicional, indispensables para el desarrollo humano (….) En los procesos revolucionarios y progresistas de América Latina, las mujeres hemos venido conquistando espacios de poder. Hemos asumido nuestras verdaderas demandas de justicia y equidad, trabajando con alma por una práctica política, económica y social, que nos incorpore en nuestra diversidad cultural, y en nuestra libertad esencial (….) No toleran que tengamos y defendamos nuestra idiosincrasia, valores y costumbres, que son precisamente, los que a través de la historia han permitido a la Humanidad, amar, compartir, multiplicarnos, soñar y trabajar por una Sociedad mejor (….) Pediremos por ellas. El amor es más fuerte que el odio. Pediremos por su satisfacción personal. Pediremos para que pasen de la frustración que las asfixia y desquicia, a la paz mental; y pediremos para que esa calma las lleve a reconocer el Bien, e incorporarlo a sus Vidas”.


En el segundo grupo se encuentran mujeres como la Diputada Carmen Flores, del partido MAS (Movimiento al Socialismo en Bolivia), que de manera condescendiente reconoce que “sería negar una realidad no aceptar que el machismo se siente en el MAS, pero es parte de nuestra cultura. Sin embargo, es destacable que el Presidente Evo Morales tenga mucha confianza en el trabajo de las mujeres y él cree que debemos tener espacios. Yo personalmente no he conocido a otro hombre que sea tan equitativo como él. En todas las reuniones que tenemos siempre trata de ser la voz de las mujeres y exige y recomienda que los parlamentarios tomen en cuenta nuestra posición. Las mujeres siempre vamos a tener trabas pero depende mucho del trabajo personal, de cada una, evitar que nos quedemos rezagadas”.


En conclusión, es tiempo de caer en la cuenta que el patriarcado está mudando de piel y que han aparecido nuevos machismos; en consecuencia, se necesitan mayores y renovados feminismos.


(*) Catedrática y columnista de ContraPunto