lunes, 27 de septiembre de 2010

Fútbol y Masculinidad La Opinión de Zamora ESPAÑA

Ramón Llopis-Going concluye que el fútbol es uno de los grandes referentes en la construcción de la identidad masculina de los niños españoles.


JOSÉ MANUEL DEL BARRIO | SOCIÓLOGO He terminado de leer un artículo de Ramón Llopis-Going sobre la construcción de la masculinidad en el fútbol español, publicado en la revista Sistema (nº 217), cuya lectura recomiendo de veras. El autor defiende que, durante mucho tiempo, el fútbol ha sido considerado como «cosa de hombres», un espacio social netamente masculino en el que la mujer únicamente podía estar presente como mera acompañante. Una prueba de ello es que a mitad de la década de los setenta del siglo pasado, clubes de fútbol como el Athleic de Bilbao y el Granada aún asimilaran a sus socias a la categoría de infantiles, por lo que no tenían ni voz ni voto en las asambleas. El fútbol aparecía como el espacio en el que los varones (futbolistas, entrenadores, espectadores y aficionados) compartían una experiencia común que les permitía verse, sentirse y recrearse como hombres.


Algunos estudios sociológicos han puesto de manifiesto el papel del deporte en la construcción de la identidad de género a partir de la Revolución Industrial, cuando el ámbito de la educación familiar y la educación de hijos e hijas quedaron bajo la tutela de las mujeres. En ese periodo se acentuó la división de funciones en el hogar con respecto a etapas históricas previas. Eso condujo a los hombres a la necesidad de crear espacios en los que poder descubrir y construir su masculinidad. El deporte fue uno de ellos. Su práctica les permitía construir un cuerpo, unas habilidades motrices y un carácter específico que reflejaba la competitividad de la sociedad moderna. En este contexto aparecieron deportes como el boxeo o el rugby, que contenían fuertes dosis de violencia y exaltaban la masculinidad. El deporte se convertía así en un laboratorio de la masculinidad. ¿En qué medida el fútbol puede seguir siendo visto como una manifestación de la masculinidad hegemónica, de aquella que se relaciona con la heterosexualidad, la autoridad, la fuerza y la resistencia física?


Ramón Llopis-Going concluye que el fútbol es uno de los grandes referentes en la construcción de la identidad masculina de los niños españoles. Desde muy tempranas edades los niños visten las camisetas de sus ídolos de la primera división de fútbol, intercambian cromos con las fotografías de éstos y aprovechan los tiempos de recreo para disputar un partido en un improvisado terreno de juego. Aunque la práctica del fútbol ya no es sólo cosa de niños o de hombres, sin embargo, el fútbol sigue siendo un espacio machista, ajeno a las tendencias de transformación de la masculinidad identificadas en otros deportes. Se ha comprobado que los procesos de aprendizaje de la masculinidad hegemónica tienen lugar en las categorías infantiles de clubes de fútbol. Ahí, un buen número de entrenadores y padres de jugadores orientan a los jóvenes a comportarse viril, agresiva y competitivamente. Dice el autor que las masculinidades que se expresan en los campos de fútbol actúan como inductoras del desarrollo de la masculinidad hegemónica. Una lección que no deberíamos pasar por alto.





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