jueves, 2 de julio de 2009

Embarazo y Parto ¿Asunto de Mujeres? CUBA

Hablemos francamente



EMBARAZO Y PARTO ¿ASUNTO DE MUJERES?



Durante demasiados años, siglos, el embarazo, el parto y el puerperio fue un asunto de mujeres. Recordemos las viejas imágenes de las películas donde la comadrona entraba a la habitación de la parturienta con una gran vasija de agua hirviendo, mientras el padre, se paseaba en la sala fumando un cigarrillo tras otro, mientras oía aterrado, los gritos de la esposa.

SER O NO SER

“Desde hace algunos años, además de la mujer y la feminidad, la masculinidad ha entrado en los debates de la salud reproductiva. Hasta hace algún tiempo no se involucraba al hombre en la atención al embarazo y al parto, ya que se consideraba responsable solo de provocar la gestación. Actualmente se observa una tendencia internacional cada vez mayor a estimular su participación en la atención prenatal, en el trabajo de parto y durante el nacimiento”, exponen en su artículo “Un análisis del modelo de atención al embarazo, parto y puerperio desde la perspectiva de género” la MSc. Dailys García Jordá, del Museo Antropológico Montané, de la Universidad de la Habana y la MSc. Zoe Díaz Bernal, de la Escuela Nacional de Salud Pública.

Reconocen que si bien en la sociedad cubana actual, se observa una deconstrucción de conceptos machistas, las autoras consideran que los roles relacionados con la reproducción y el consecuente cuidado de los hijos y las hijas y el hogar, continúan asociados a la figura de la mujer.

“La participación del hombre en estas tareas se visualiza por lo general en términos de ayuda. La intervención de ellos de una manera más activa y protagónica en los aspectos de la salud sexual y reproductiva y en especial el tránsito por el embarazo, el parto y el puerperio de su pareja, suelen ser excluidos por estar relacionados con lo maternal o ser actividades consideradas de mujeres. Esto propicia un cambio necesario en las concepciones de género”, subrayan.

Argumentan Daylis y Zoe asimismo que la participación masculina en estos espacios contribuye a la construcción de una nueva paternidad, que estimula el vínculo con su pareja, genera una afectividad y un entorno emocional que permite la proliferación de sentimientos que no tiene otra posibilidad de experimentar, fomenta una mayor responsabilidad hacia su salud, la de su pareja, hijas e hijos, y forma parte de la deconstrucción de un machismo que identifica a la gestación, al nacimiento y a la crianza de los hijos como tareas de mujeres.

El análisis al proceso reproductivo, desde la perspectiva de género, reconocen, deviene la necesidad de fomentar e incrementar medidas de salud que involucren a los hombres, lo que contribuirá paulatinamente a cubrir la distancia entre los géneros, ya que desde la atención al proceso, tal y como está organizada, se tiende a reforzar el rol de la mujer como encargada de la salud sexual y reproductiva, debido a que todavía, en determinados maternos, se puede hablar de un mínimo acompañamiento de las parejas durante la estancia en el hospital, y de limitaciones en cuanto a la presencia del padre en el momento del nacimiento.

PATERNIDAD EN LA MIRILLA

“El proceso reproductivo constituye un momento de transcendencia en la vida personal y de la familia en el que se desarticulan o consolidan aspectos relacionados con el género y la maternidad/paternidad. A través de este modelo de atención se pueden crear las bases para el desarrollo de una maternidad y una paternidad responsables, a través de una mayor incorporación de las mujeres y sus familias en la planificación, ejecución y evaluación de la atención. El desarrollo de investigaciones desde la perspectiva cualitativa y antropológica sobre reproducción humana, en el contexto de la sociedad cubana actual, se impone para describir cómo los procesos sociales y el desarrollo sanitario alcanzado se articulan con los modelos de maternidad y paternidad existentes, y uno y otro con el servicio de salud y la atención a los procesos que se analizan”, aconsejan las autoras.

Constituye una obligación hacer visible la manera en que los prestadores de salud y la organización del servicio en sí misma refuerzan la subordinación de las mujeres, la relación de dominación que se establece, a través de situaciones y comportamientos que consideran normales y legítimas.

Esta llamada de alerta de las jóvenes estudiosas tiene que pasar a su vez, no solo por las instituciones de salud, sino por las propias mujeres y sus familias. Por los hombres que quieren asumir un nuevo rol y a veces no se atreven.


FUENTE: http://www.mujeres.cubaweb.cu/articulo.asp?a=2009&num=444&art=26


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